Roberto Echeto
Pinocho se inmiscuyó.
Ahora en un ring de boxeo
el de palo se metió.
Convertido en feo tábano
con Taison quiso la pelea;
lo retó con guáramo,
mencionándole su diznea.
El negro vio la cosa fácil.
Sin embargo no sabía
que Pinocho era ágil
y que a golpes se escabullía.
Taison tenía lo suyo;
en la cara sonó al flaco
y le sacó un tuyuyo,
dejándolo zarataco.
Pinocho defendiéndose
un narizazo propinó.
Taison enfadándose
un mordisco a la oreja le lanzó.
Y a Pinocho lo vetaron
por ser de madera.
Ellos creen que le ganaron
y que lo dejaron sin cartera.
con Taison quiso la pelea;
lo retó con guáramo,
mencionándole su diznea.
El negro vio la cosa fácil.
Sin embargo no sabía
que Pinocho era ágil
y que a golpes se escabullía.
Taison tenía lo suyo;
en la cara sonó al flaco
y le sacó un tuyuyo,
dejándolo zarataco.
Pinocho defendiéndose
un narizazo propinó.
Taison enfadándose
un mordisco a la oreja le lanzó.
Y a Pinocho lo vetaron
por ser de madera.
Ellos creen que le ganaron
y que lo dejaron sin cartera.
7 comentarios:
Qué belleza.
Incluyendo al perro que habla.
Un dato Dakmar: Ese perro se llamab Petipuá. ¿Te suena?
Fedosy: Acabo de pasar por donde Frégoli a ver cómo aparecía Vito asomado por ahí...
Roberto, he pasado el video de guasacaca a DVD... es una maravilla ver de nuevo a Pinocho y Petipua en la pantalla.
Queridos amigos,
El Sábado en la mañana me encontraba yo en La Casa Mágica de Sabana Grande, presentando mis respetos al Gran Henry, antes de dejar el país. Cuando llegué, noté que Henry hablaba con un viejo de pelo blanco, algo encorvado, que llevaba una especie de caja-cava forrada en fórmica imitación madera. Manipulaba aquella caja con gran cuidado, casi con cariño, y yo pensé que adentro habría un conejo, harto ya de tanto aparecer. El asistente de Henry se encargó de atender al viejo, mientras yo me iba a tomar un café con el decano de la magia en Venezuela.
Cuando regresé, el viejo y la mano derecha de Henry estaban en plena faena, el contenido de la cava-caja desperdigado sobre el mostrador: docenas de chupetas de chocolate, en forma de penes y tetas, que pasaron de inmediato a la sección de juegos eróticos de la casa mágica, atendida diligentemente por la hija del Gran Henry. Allí esperan a una boca golosa que, como el oso de Ovomaltina, se chupe esa mandarina.
Cuando el viejito se fue, me dije, saludándolo: “¡Bravo maestro!”
EE
q hermosos recuerdos:Carne... y el Macsi... y Corte De Pelo...y Los almuerzos en La Candelaria sin que atracos ni desnudos...
¡Petipuá forever! ¡Motolito!
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